miércoles, 23 de octubre de 2013

"CÓMO OBTENER LA GRACIA SANTIFICANTE?"

San Pablo dice en el Evangelio, que si nos ofrecemos nosotros mismos a Dios, el pecado ya no tiene poder sobre nosotros.

¿A sí? Entonces ¿cómo es que yo sigo cayendo de nuevo en pecado? ¿Por qué me comporto
egoístamente?, ¿Por qué todavía hago cosas hirientes que en realidad no quisiera
hacer? (¿Tú también eh?)

Es la gracia la que nos capacita para resistir el pecado. Sin ella, fallamos repetidamente.

Por eso es que el Sacramento de la Confesión es extraordinariamente útil, ya que este camino del perdón es un sacramento, donde recibimos más que el perdón: recibimos
la gracia de Dios.

Sin embargo, si nos ofrecemos nosotros mismos a Dios antes de pecar, nos sumergimos en Su gracia y recibimos su ayuda para resistir la tentación.

La Santa Madre pudo evitar el pecado porque estaba llena de gracia.

La gracia es un regalo sobrenatural de Dios para ayudarnos a levantarnos por encima de nuestras
tendencias pecaminosas.

Mientras más nos parezcamos a Cristo, más fácil será resistir la tentación. Sin
embargo, la santidad es un camino difícil.

Desear ser como Cristo no es suficiente para evitar el pecado. Necesitamos una gracia sobrenatural. Que debemos pedir, con la obediencia a sus mandatos.

La gracia nos capacita. Sin la gracia, somos esclavos del pecado, el cual lleva
a la muerte -la muerte de nuestras almas-.

Con la gracia, elegimos el camino de la "obediencia", haciendo lo que Dios quiere que hagamos, porque lo amamos y queremos ser como Él, en vez de hacer lo que estamos tentados a hacer lejos de Dios.

Escogiendo
ponernos bajo Su autoridad benevolente, aceptamos el santo poder de nuestro Buen Maestro y esto nos permite ser justos.

Rendirse (ofrecernos nosotros mismos a Dios):

Ese es el catalizador que convierte la tentación en victoria. Así, si yo me siento herido por una injusticia y un odio vengativo comienza a dictar mi respuesta, yo puedo elegir detenerme y colocarme bajo la gracia de Dios.

Esto significa elegir
ser Misericordioso con aquellos que me han tratado injustamente, rezando por ellos
y, si es conveniente, encontrar una buena obra para hacerles, tratándolos mejor que ellos a mí. Bajo la gracia de Dios, yo puedo tomar este santo camino. Bajo la gracia de Dios, sin furia, puedo entender cómo quiere Él que yo haga justicia en esa situación.

"Rendirse y obedecer", evita la tentación y previene el pecado. Tratar a los demás con la gracia no nos deja enfocarnos en sus pecados y nos ayuda a poner atención en: "Cómo Jesús mismo nos está dando el amor y la bondad que otros nos han negado".

Sólo bajo la gracia de Dios podemos hacer éxitosamente lo contrario de lo que estamos
tentados a hacer.

Únicamente, bajo la gracia de Dios, podemos ser victoriosos en nuestro camino a la santidad. Por la gracia de Dios, vivimos en rectitud y cambiamos
el mundo alrededor nuestro.

En resumen, poniéndonos en su obediencia y pidiendo su gracia santificante, obtedremos las gracias extraordinarias necesarias para evitar el pecado y ser justos o correctos en todo y con todos.

Alejarnos de todo a lo que el malo nos lleva, o lo malo que nos atrae, aplastando los defectos y acogiendonos a la gracia de Dios por Amor a Él, es la clave del éxito espiritual, mental y corporal.

Pongámoslo en práctica!!!
Lic. Mireya Urbina

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