sábado, 31 de octubre de 2015

SI SIENTES PENA POR QUIEN PECA...

¡ESTAS CERCA DE LA SANTIDAD!

"El alma afligida de un evangelizador efectivo"

¿Alguien te causa "una gran preocupación y angustia constante" por su falta de fe en Jesucristo?. Nosotros como San Pablo en la primera lectura de hoy, nos debemos preocupar por las almas eternas de los demás, tanto, que cuando toman malas decisiones que rechazan a Jesús, en lugar de tener una sensación de condena por ellos, sentimos un profundo dolor interno.
 
Cuando sabemos lo que otros se están perdiendo ante su negativa de regresar al amor sanador de Cristo, duele verlos alejarse de Él. Cuando sabemos que sus pecados los están destruyendo e hiriendo a otros también, si realmente nos interesa, sentimos una gran pena.
 
Antes de poder hacer algo para evangelizar a estas personas, tenemos que entrar en contacto con este dolor. Si sus pecados nos enojan, nuestros esfuerzos por ayudarlos se vuelven sentenciosos o ásperos. Primero, tenemos que pasar por un proceso de perdón y dejar de lado el enfado. Sólo así podremos alcanzar el estado espiritual donde realmente sentimos pena por ellos.
 
Si sus comportamientos poco saludables están disparando nuestras propias reacciones no saludables, nuestro amor por ellos se deformará y retorcerá en una falsificación enferma, que les permitirá continuar con sus maneras erróneas.

Primero nos tenemos que volver a Dios y permitirle que fortalezca nuestra comprensión santa y sana de la situación.
 
Esto nos conduce a una profunda angustia interior por el estado atribulado de sus almas. ¡Este tipo de dolor, no es algo que debamos ignorar! Nos da una motivación pura y santa para orar por ellos y evangelizarlos.
 
Si los has perdonado, pero aun no sientes esa pena, medita en el amor de Dios hacia ellos y entonces permite que ese amor se convierta en tu amor por ellos.

Sí, duele mucho cuando los amamos tanto. Las lágrimas de amor por aquellos que rechazan el amor de Dios, son muestras de que estamos experimentando un grado avanzado de santidad.
 
Este es el mismo nivel de misericordia que Jesús siente por el hombre con hidropesía, en nuestra lectura del Evangelio que aquí meditamos. En este caso, fue el sufrimiento físico de alguien lo que disparó una efusión de amor. ¿Pero cómo se sintió con los maestros de la ley y los Fariseos, que lo condenaron por quebrantar una ley religiosa? Podemos estar seguros que Jesús sufrió profundamente en su alma por el legalismo y la falta de compasión divina de ellos. Es lo que lo motivó a morir por ellos.
 
Frecuentemente cuando leemos acerca de Jesús tratando con los Fariseos y escribas, vemos su condena por sus pecados, pero descuidamos leer entre líneas, para ver la angustia absoluta que Él siente por el vacío en sus almas.

Cuando somos conscientes que están cometiendo pecados, estamos llamados a alzar la voz, todo lo posible, para condenar los pecados y ayudar al pecador a encontrar la redención de Cristo. Pero no tendremos éxito, si no alcanzamos la profundidad del amor donde sentimos pena, por el daño que los pecadores se están haciendo a sí mismos.   

Reflexión de las Buenas Nuevas
Autora, Terry Modica

Lecturas
Romanos 9, 1-5
Sal 146, 12-15.19-20
Lucas 14, 1-6
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