lunes, 9 de abril de 2012

PECADILLOS? ¡Haz una buena confesión!!!

"La Fiesta de la Divina Misericordia" se celebra el siguiente domingo después de Resurrección.

¿Cómo hacer una excelente confesión?

"Todo el que se confiese sus pecados con un sacerdote y comulgue, (el día de la Misericordia) recibirá pleno perdón de sus pecados y penas en el infierno" -Jesús a Santa Faustina-.

Para entrar a la Fiesta del Cielo, es necesario llevar "el traje blanqueado y correspondiente a tal ocasión", eso hace la Confesión Sacramental: Nos "blanquea el Alma" y nos "reviste con el traje" que corresponde para que nos dejen entrar" Si no, vendrá el "llanto, la pena y el rechinar de los dientes". Recuerda: la revisión es personal, se trata de identificar nuestras faltas y no de ver quien a nuestro alrededor las posee. CUIDADO con eso! Igual que el Sacramento de la Confesión no es para justificarnos hechando la culpa a otros o a las circunstancias. Es para "acusarnos de las faltas". La disculpa nos la regala el sacerdote, cuando nos absuelve y salimos de allí llenos de gozo y livianitos, que es el signo de que Dios ya las olvidó.
Mireya urbina V.

¿TENGO ALGÚN PECADILLO?

Y dado que estamos en Semana Santa, y el domingo siguiente (Octava de Pascua) vivimos la FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA, tiempos de mortificación, reparación y cambio profundo en nuestra vida, podríamos aprovechar algún momento de las bien merecidas vacaciones para reflexionar con este "Examen de Conciencia", dirigido "para aquellos de vosotros que, gracias a Dios, no suelen incurrir en actos gravemente pecaminosos, y que, por otra parte, experimentan cierta dificultad a la hora de encontrar materia de la que acusarse, en la Confesión con un Sacerdote Católico". OjO: Esta revisión también debe hacerse en cualquier época del año !!!

Dice así:
"Quizá pueda servirles de orientación la siguiente lista, que bien podría titularse algo así como "elenco muy incompleto de defectos y actitudes defectuosas en que solemos incurrir las buenas personas".

Como pueden observar, no se trata, en general, de cosas en sí necesariamente graves, sino de modos de ser, de pensar o de actuar que, aparte de desagradar a Dios, pueden hacer daño al alma y dificultar la vida de los demás. ¿Se imaginan, por ejemplo, lo dura que podemos hacer la vida de quienes con nosotros conviven -y más si de nosotros dependen- cuando nos dejamos dominar por el pesimismo, la intransigencia o la tacañería? Son pecadillos contra el prójimo y contra sí mismo.

"Hemos de convencernos de que el mayor enemigo de la roca no es el pico, ni el golpe de cualquier otro instrumento; contundente es esa agua menuda, que se mete, gota a gota, entre las grietas de la peña, durante años hasta arruinar su estructura. El peligro más fuerte para el cristiano es despreciar estos defectos contra el prójimo, que calan poco a poco en el alma, hasta volverla blanda, quebradiza e indiferente, insensible a la voz de Dios".

Se trata de saber si somos -y si desde la última Confesión se nos ha notado claramente-, aparte de otras cosas más gordas:
caprichosos, tozudos, intransigentes, coléricos, irascibles, agresivos, discutidores implacables, quejistas, malhumorados, envidiosos, protestones constantes, egoistones, susceptibles, tacaños, mezquinos, propensos al "complejo de víctima", perezosos, comodones, flojos, sensuales, equilibristas de la impureza, noveleros, excesivamente soñadores, suavemente materialistas, irresponsables, frívolos, vacíos, superficiales, inconstantes, mentirosos, tramposos, faltos de autenticidad, frívolos, desordenados, chapuceros, vanidosos, arrogantes, engreídos, impuntuales, rencorosos, murmuradores, chismosos, mal pensados, difamadores, incomprensivos con los defectos de los demás, brutos al expresarnos, mal dispuesto contra todo y todos, despreciativos, peyorativos, faltos de espíritu universal, fácilmente injustos, ingratos, desagradecidos, poco propicios a la generosidad, indiferentes hacia los demás, aislacionistas o(divisionistas), individualistas, sembradores de pesimismo, incrédulos por comodidad, irreverentes, poco piadosos, faltos de visión sobrenatural, faltos de confianza en Dios, sordos a su voluntad, propensos a olvidarnos de Él, distraídos en la liturgia, poco devotos de la Virgen.

Y examinar también:
si despreciamos el tiempo,
si vivimos permanentemente descontentos,
si nos falta sentido del pudor, si somos amorales,
si estamos excesivamente seguros de las propias ideas,
si nos sentimos como reyes no reconocidos o injustamente destronados, y, en consecuencia, siempre enfadados,
si en todas las cosas estamos contra,
si vivimos exageradamente inquietos por el porvenir,
si no nos preocupa el sufrimiento ajeno ni las injusticias,
si sólo somos amables cuando nos conviene,
si somos propensos a instrumentalizarlo todo hacia lo que nos conviene,
si carecemos del "sentido del otro",
si pactamos fácilmente con la injusticia,
si siempre lo vemos todo desde el punto de vista propio,
si solemos pasar factura a los demás, por lo que hacemos o nos parece hacer por ellos,
si no damos limosna ni por casualidad,
si somos negligentes en la educación de los hijos, quizá con el pretexto del "mucho trabajo",
si somos negligentes en la atención debida a los padres, esposa o esposo,
si aumentamos innecesariamente la carga de los demás con caprichos y nuevas necesidades,
si sólo nos preocupamos de que nuestros padres, hermanos, esposas (os) e hijos nos complazcan, y rara vez les damos una alegría,
si exigimos mucho y damos poco,
si aceptamos la mediocridad en las cosas de Dios,
si tenemos tendencia a confiar más en nosotros mismos que en la gracia,
si descuidamos la oración personal,
si no procuramos adquirir la debida formación religiosa,
si damos por supuesto que el apostolado es cosa de los otros, si nos arrecostamos a la labor de otros sin dar la mano,
si vivimos esquivando las cruces que nos santificarían,
si sentimos celos por el progreso espiritual de los otros,
si nos falta fe en el Magisterio de la Iglesia,
si tenemos tendencia a criticarla,
si nos consideramos el mejor intérprete del Vaticano II,
si contribuimos al desprestigio de las personas consagradas a Dios,
si somos tacaños en la ayuda económica a la Iglesia,
si llegamos habitualmente tarde a Misa, si nos conformamos con pensar que Dios nos perdona y no acudimos al Sacramento de la confesión,
si descuidamos el ayuno y la abstinencia, la oración... , etc.

Después de esta relación meramente ejemplificativa, ¿continúan pensando algunos que todavía es difícil hallar -aún sin emplear demasiado tiempo-, cinco, seis, siete o diez pecados o defectos gordos de los que acusarse? Y si fuese así, ¿no sería cosa de ir pensando en introducir vuestro proceso de canonización?
Ya te das cuenta de que ese elenco no es sino un cajón de sastre, donde hay cosas que pueden ser, o llegar a ser ¡Incompatibles con una vida cristiana de verdad ! que no permitirán que esté listo el "traje para la "Fiesta de la Vida Eterna". Si las reconocemos por pequeñas que parezcan y se lucha contra ellas, estaremos venciendo al mal.
Y si, refiriéndonos a estas últimas, te dices que son pequeñeces, yo podría responder con palabras, muy llenas de razón y muy experimentadas "Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces correjidas, son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la Llama y encendida la Luz de la Sabiduría de Dios sobre tu conciencia, ésa que mueve tu conducta, proceder por el cual serás juzgado".

Catholic.net:
Tomado del libro: ALFONSO REY.
El sacramento de la Penitencia.
Edt. Palabra. Madrid 1977/

Y para terminar, ¿Qué mejor que esta referencia a Nuestra Señora en los momentos que recordamos la Pasión de nuestro Señor que se hacen tan amargos para nuestra Madre María?
No estamos solos. De hecho, nadie como Ella conoce mejor nuestros corazones y sabe comprender nuestras palabras y gestos para presentárselas al Señor de la Divina Misericordia, con una sonrisa cómplice de la que se sabe Mediadora de todas las gracias. Y ante nuestras vacilaciones, penas e imperfecciones nos susurra al oído: "No tengas miedo, ven conmigo. Yo te acompañaré y te enseñaré el camino"

Ese camino, es el de la reconciliación con Dios para la Vida Eterna, ésa VIDA prometida por Jesús, para después de ésta vida!


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